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La llovizna

A pesar de estar desde hace semanas en plena época de lluvias, hoy fue el primer día en el que, al salir de la estación del subterráneo, aún caía una ligera llovizna sobre la ciudad. Aún me quedaba una buena caminata hasta la oficina y en ese momento decidí no usar mi paraguas para lo que parecía un breve rocío.
Sin embargo al final tuve que abrirlo en cuanto la llovizna comenzó a arreciar, no era mi intención enfermar aún si fuese del más ligero de los resfriados, llevaba ya un récord libre de dolencias durante los últimos 5 meses y así quería mantenerlo.
Bajo el paraguas seguí el camino de todos los días, gente yendo y viniendo, el sonido de las bocinas de los autos que van y vienen en los dos sentidos de la avenida Reforma, el Auditorio Nacional, más y más autos, transporte público, ciclistas y, de fondo, la música directa a mis oídos desde mi reproductor portátil.
La llovizna por un momento parecía ceder y al siguiente retomaba su fuerza, igual que mi ansia por no querer enfermar. Así seguí mi camino casi hasta el final.
La llovizna parecía haber cedido así que guarde el paraguas al llegar al cruce de Reforma con la llamada «Fuente de Petróleos», lugar en el que parece abrirse una ventana entre los grandes edificios de acero y concreto desde la que puede contemplarse el horizonte hacía el norte y hacía el sur, por encima del asfalto los árboles y el gris del cielo nublado.
De nuevo la llovizna y el paraguas pedía ser abierto de nuevo, pero una sensación lo detuvo en su lugar. Fue un extraño deseo de contemplar la escena, de sentirla. No podía ignorar ese breve paraíso en el medio de la caótica ciudad. Incluso tenía la sensación de que esa llovizna traía consigo cierta calma, paz, como si purificara el ambiente. Incluso la habitual capa de smog pareció desvanecerse.
Dejó de importar un posible resfriado, a fin de cuentas ¿no había hecho durante estos meses cosas que lo propiciaran más? ¿que daño podía hacer esa leve llovizna?
Dejó de importar todo y lo único relevante por un eterno momento fue la paz del momento y la purificante llovizna.

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